Aunque la incertidumbre e inestabilidad política de Chile, a pocos días de las primarias, se mantiene alta (cualquier candidato puede tomar la delantera, incluso un nuevo entrante), hay un cambio significativo en los escenarios políticos visualizados de manera preliminar.

En los casos de las dos coaliciones que se sometieron a elecciones primarias el domingo 18 de julio de 2021 (Chile Vamos – derecha- y Apruebo Dignidad -extrema izquierda), resultaron ganadoras las opciones más cercanas al centro político.

En la coalición de la derecha, ganó Sebastián Sichel con el 49,08% de los votos de su coalición, superando ampliamente a Joaquín Lavín, candidato del partido de derecha dura UDI, quien se perfilaba como favorito en las encuestas, pero finalmente quedó en segundo lugar con el 31,3% de los votos. Sichel era el candidato que se ubicaba más cerca del centro: se formó en la Democracia Cristiana, el partido más a la derecha de la centro-izquierda, luego pasó por el ensayo del partido Ciudadanos, donde coincidió con el ex ministro, y reconocido economista, Andrés Velasco, y finalmente como independiente fue un funcionario relativamente exitoso del gobierno de Piñera.

Sebastián Sichel tiene la ventaja de que permite que la derecha crezca hacia el centro (donde se concentra una fracción decisiva y moderada de los electores del país) lo cual aumenta sus posibilidades de buen desempeño en las próximas elecciones, se posiciona como un político joven e independiente que tiene una épica personal de vida que lo hace atractivo hoy día (estudió en escuelas públicas, de familia disfuncional, y ha crecido por sus méritos y esfuerzo), y se posiciona como un líder de derecha liberal, lo cual permite sintonizar con los jóvenes.

En lo que se conoce como la “nueva izquierda” (confluencia de extrema izquierda con movimientos que buscan transformaciones sociales compatibles con la democracia y el mercado, tipo Frente Amplio de Uruguay), el ex dirigente estudiantil y diputado, Gabriel Boric, le ganó al candidato del Partido Comunista, Daniel Jadue, con una diferencia de 60% a 40%, respectivamente.

Gabriel Boric, aunque tiene ideas de izquierda, representa una izquierda crítica del intervencionismo económico extremo y de la idea leninista de partido autoritario y resistente a la disidencia.

Este resultado es muy interesante, entre otras cosas porque saca del juego al candidato que implicaba el mayor riesgo de distorsión económica (Jadue). 

Daniel Jadue representaba la visión intervencionista económica y de interés por monopolizar el Estado, tal como ocurre en Cuba, Venezuela o Nicaragua. El hecho de que Daniel Jadue salga del juego con una significativa diferencia de votos tiene dos efectos clave:

(1) Envía una señal al ganador y contrincante directo de que las ofertas muy radicales no son muy apreciadas por el electorado; y

(2) Debilita internamente en esta coalición al Partido Comunista (la facción más radical y peligrosa tanto económica como políticamente) y reduce las posibilidades de ese partido de imponer puestos para las próximas elecciones parlamentarias.

En este sentido, el triunfo de Boric implica un mucho menor riesgo económico y político que Jadue, aunque este riesgo siga siendo relevante.

En teoría de juegos, el escenario en el que sale Jadue del juego se conoce como un resultado “Maximín” (en el que los jugadores-electores coinciden tratando de maximizar la ganancia mínima -o peor resultado posible), lo cual significa que si las cosas van mal, ahora no irán tan mal como hubiese ocurrido en caso de que hubiese ganado Jadue.

Aún hay una alta incertidumbre sobre qué harán ahora la centro-izquierda (frente a Boric) y la extrema-derecha (frente a Sichel), pero pierden posibilidades los escenarios más peligrosos que existían antes de esta elección.

© 2021 Pavel Gómez