10:17 horas, 8 de noviembre, día de la elección.
En esta precisa hora, los estadounidenses están eligiendo su presidente número 58. Ya saben, el asunto es en dos pasos: los ciudadanos eligen a los 538 electores del colegio electoral y la presidencia la obtiene quien alcance 270 de esos votos electorales.
En esta precisa hora, los niveles de stress se han disparado para mucha gente, y no faltan razones. El promedio de las últimas encuestas señala una ventaja de tres puntos de Hillary sobre Trump, pero tres puntos es justo el margen de error. El New York Times dice que Hillary tienen una probabilidad de triunfo de 85%, contra 15% de Trump, mientras que Nate Silver, de FiveThirtyEight.com, uno de los más seguidos pronosticadores electorales, dice que las probabilidades son de 71% vs. 29% a favor de Clinton. Pero también sabemos que entre las encuestas y el resultado media la abstención, la movilización efectiva y el número de votos electorales conquistados por cada candidato en los estados clave.
En esta precisa hora, muchos se preguntan si la participación de las mujeres o de los latinos o de los jóvenes será la clave para explicar el resultado. O si lo determinante será la combinación entre un buen manejo de datos, una correcta georeferenciación de los votantes y la capacidad de movilización de las maquinarias electorales de cada plataforma.
Lo cierto es que Gloria, una salvadoreña profesora de la Universidad de Columbia, decidió escaparse de toda esta presión por unas horas y ahora, en este preciso instante, se encuentra sentada en el bar The Brooklyneer, en la zona neoyorquina conocida como el West Village. Para salvaguadar su salud, Gloria había decidido que los narcóticos de menores efectos secundarios eran unos whiskys [sic] acompañados por la lectura de La Novela Luminosa, de Mario Levrero. Aun en un día como este, Levrero era un bálsamo reconfortante y esperanzador.
Gloria entendía muy bien el concepto de “votar con los pies”. Ella misma se había mudado siete veces, en los últimos veinte años, huyendo de cosas que no le gustaban, de trincheras que no le interesaba defender del asedio enemigo. “Cuando el resultado de una elección apunta a muchas cosas que no te gustan, es el momento de decidir en cuál minoría te gustaría vivir y en cuál no, y actuar en consecuencia. Una opción es mudarte de país, pero el precio de esta es sin duda muy alto. Otra es mudarte de ciudad, hacia una que se parezca más a ti. Cuando cambias tu residencia de un sitio a otro, estás eligiendo o votando por una mezcla de atributos determinada.” Escribía Gloria en uno de sus últimos mensajes de whatsapp.
La elección de hoy seguro alimentará la lógica de Gloria. Los índices de Wall Street y la industria de los estudios de opinión señalan que debe ganar Hillary. Pero el problema que esta elección revela, de manera escandalosa, es que hay una proporción enfermízamente alta de la población que apoya la misoginia, el bullying y la xenofobia como ejes de la política.
Como si observáramos una marcha, una campaña, que te hala y te quiere llevar de vuelta a lo tribal.
Quizá es tiempo de votar con los pies.
Seguiremos informando.
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